También en el viñedo riojano soplan aires de cambio, productores que trabajan uniendo la tipicidad del territorio con una forma más libre y personal de relacionarse con la viña y el vino

Aunque los vinos de Rioja tienen un marcado perfil de territorio, una forma de expresarse que apunta una tipicidad bien conocida, también encontramos en esta tierra viticultores que han salido de la zona de seguridad de los vinos tradicionales para buscar las expresiones más personales sin perder por ello su carácter riojano.
Los posicionamientos varían en radicalidad. Desde microbodegas que reivindican los vinos libres y sin encasillar que hablan del territorio pero también del viticultor, del pueblo en el que nacen los vinos, de la agricultura de la que son hijos; hasta “yihadistas del Terroir” o simplemente productores que buscan preservar la salud de la viña, con esas miradas que trasmiten cuidado y rebeldía. Otras veces son los ojos que miran al pasado los que nos interesarán, rescatadores de terruños, de viejas viñas o de formas de trabajar la tierra, ahora recuperadas para ser disfrutadas.