Aunque la niebla y las brumas de nuestros paisajes nos dan aire de pueblo ensimismado, el txakoli y la sidra, --alcoholes siempre comedidos--, nos liberan a los vascos de la frialdad de los pueblos bárbaros. Nos aportan un toque telúrico que nos ata a la tierra y con ella a la vida, a la fiesta, a la cocina, incluso nos traen aires de musas, la del canto, la de la música, la danza…
Te invitamos a realizar un viaje pero conocerás una gran diversidad de paisajes, de terroirs, de viticultores… que dan pie a vinos muy distintos, desde los txakolis rotundamente atlánticos de viñedos cargados de salitre y vientos marinos, a viñas de interior aunque siempre frescas y luchadoras; txakolis que recuerdan la tradición y vinos que apuntan futuro y evolución, los nuevos txakolis que celebran vendimias tardías o que se atreven con variedades borgoñoñas.
Y con el txakolí, la sidra, humilde, casera, juguetona, alma de sidrerías y fiestas. Y siempre la cocina vasca, los fogones ciertos y los sabores ancestrales.
Sin duda un viaje para quitarse la sed del alma.
Transporte por vuestra cuenta o nosotros lo podemos poner a vuestra disposición.
Otras opciones: en viajes de 2 noches, 3 días podremos acercarnos también a conocer el txakoli alavés e incluso el vino de Rioja Alavesa.
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