TRUFAS, TESOROS ESCONDIDOS (2)

Alicia Estrada

Diciembre 2020

En nuestro post anterior hablamos de pequeñas escapadas truferas. Hoy nos vamos a Francia, para seguir alimentando de felicidad nuestro espíritu hedonista y goloso (1). Seremos viajeros de chimenea, como decían los victorianos de aquellos escritores que jamás habían salido de su casa y nos hacían vivir a través de sus libros exploraciones y descubrimientos por todo el orbe. Esto cuentan también de Julio Verne…

Quien quiera vivir el espíritu francés de la trufa, le animamos a que haga las maletas y realice una pequeña escapada al Périgord, en el suroeste de Francia (Cuando nos deje la pandemia). Richerenches es la capital europea de la trufa. Es una pequeña aldea provenzal de menos de 700 habitantes, situada en el entorno de Valréas, a unos pocos km de la ciudad de los papas de Avignon.

Todos los sábados de noviembre a Marzo cuenta con un tradicional mercado trufero. Habitualmente el mercado arrancaba en noviembre, con un desfile de la Cofradía del diamante negro (léase, la trufa). Tras el “paseíllo” los cofrades y los invitados degustan una tradicional tortilla de trufa, que uno no puede perderse en su escapada a esta zona. El acto más excepcional de  es sin duda la misa que se celebra el tercer domingo de mes de enero, la llamada “Misa de la trufa”. A las diez y media de la mañana en punto, da comienzo una ceremonia religiosa con los dulces sonidos de la lengua provenzal en la homilía. En la hora de la limosna el templo se tiñe de dulces perfumes. Los lugareños sustituyen las monedas por trufas, que más tarde los hermanos de la “Cofradía de los Diamantes negros” pesarán y pondrán a la venta. Seguirá luego un aperitivo y una comida de la trufa. Un festival único, cita inexcusable de sibaritas y curiosos.  Como adelanto puedes ver un vídeo. [Enlace]

Viajes soñados, sueños que cumpliremos enseguida. Nosotros ya estamos trabajando en ello. ¿Quieres saber más? Escríbenos.

 

(1) Usamos el término “Goloso” a la manera de Grimod de la Reynière, experto en el arte de la golosinería, que nada tiene que ver con azúcar o postres, si no con emociones en la mesa. Gastronomía  militante, que decía el escritor.

©Mairie de Richerenches